Compañía Nacional de Ópera
Un poco de historia
Sin estar concluidos todavía los trabajos de la enorme y fastuosa edificación del nuevo coliseo que tomaría el nombre de Teatro Nacional para darle continuidad al que en 1901 fue demolido, comenzaron a ofrecerse, a partir de 1921 y hasta inicios de 1932, recitales, conciertos, funciones de ópera, así como exposiciones, justo dos años antes de su inauguración oficial el 29 de septiembre de 1934 con el nombre de Palacio de Bellas Artes.
El Gran Teatro Nacional, que se había inaugurado el 10 de febrero de 1844 con el nombre de Gran Teatro de Santa Anna, para ensalzar a Antonio López de Santa Anna —quien gobernaba por sexta ocasión al país y se hacía llamar “Alteza serenísima”— se ubicaba en lo que hoy es la avenida Cinco de Mayo, que allí se cerraba y que hacía esquina con la calle de Vergara (hoy calle Bolívar) y fue obra del arquitecto español Lorenzo de la Hidalga con el apoyo del empresario Francisco Arbeu.
El escenario del Gran Teatro Nacional medía 17.5 metros y tenía una embocadura de 15 metros. Contaba con 32 camerinos, salones para sastrería y para pintura de decorados. En la sala en forma de herradura lucían 704 lunetas; 81 palcos para 10 personas cada una; 120 lunetas de balcones; 650 asientos de galería y 111 asientos de ventilas, lo que hacía un aforo total de 2,395 asientos.
En diciembre de 1900 y enero del nuevo siglo, comenzó la demolición del Gran Teatro Nacional después de 57 años de resplandeciente actividad teatral, musical y operística, y que fue considerado uno de los recintos culturales más importantes de América. Sin embargo, ningún diario de la época informó de quién o quiénes partió tal orden.
Antes de cambiar de nombre a Palacio de Bellas Artes, el Teatro Nacional, inconcluso aún, realizó una serie eventos de toda índole en el escenario y vestíbulo, como la transmisión radiofónica que una emisora privada realizó la noche del 27 de septiembre de 1921 con un transmisor marca De Forest de 20 watts, desde un local en la calle de Dolores número 6, en la planta baja del Teatro Ideal, hacia el Teatro Nacional, en donde se escucharon las voces del tenor José Mojica (1895-1974) y de la niña María de los Ángeles Gómez Camacho.
El teatro abrió sus puertas al primer espectáculo operístico la noche del 16 de septiembre de 1928, representando la ópera Atzimba, de Ricardo Castro (1864-1907) que dirigió musicalmente José F. Vásquez (1896-1961), que sería el primer director, junto con José Rocabruna, de la Orquesta Sinfónica de la Universidad, desde 1936 hasta su muerte.
La ópera en el siglo XX
Con el fin de satisfacer las expectativas del público mexicano aficionado a la ópera, en 1943 se creó la asociación civil Ópera Nacional, organización auspiciada por la banca y el Gobierno mexicano, convirtiéndose en una de las primeras instituciones que organizaron con regularidad temporadas de ópera en nuestro país. Ese año Ópera Nacional A.C. ofreció dos temporadas en el Palacio de Bellas Artes con obras como Fidelio, Carmen, La Bohemia y El barbero de Sevilla, entre otras. Su última temporada la realizó en 1953, al terminar el patrocinio privado que la sostenía.
El INBA inició formalmente sus actividades en el ámbito operístico en 1948 con una temporada de la compañía a la que se le dio el nombre de Ópera de Bellas Artes. Aquel año se llevaron a escena obras como La traviata, Carmen, Orfeo y Eurídice, así como las obras de compositores mexicanos como: Elena de Eduardo Hernández Moncada, Carlota de Luis Sandi y La mulata de Córdoba de José Pablo Moncayo.
En 1992 la Ópera de Bellas Artes inició un proceso de modernización, con la finalidad de aportar mayor calidad artística a sus producciones, así como para ofrecer un mejor espectáculo al público asistente. A ello contribuye el sistema de supertitulaje simultáneo en español, que demuestra su efectividad y utilidad para una cabal comprensión de la trama.
La Compañía Nacional de Ópera ha estrenado en nuestro país desde 1992 obras como Moctezuma de Graun; Alicia de Ibarra; Florencia en el Amazonas de Catán e Idomeneo de Mozart, y realizado importantes reposiciones de óperas como Electra de Strauss; La Favorita de Donizetti; Turandot de Puccini, Nabucco de Verdi; Tata Vasco de Bernal Jiménez; Così fan tutte de Mozart; Tristán e Isolda de Wagner, entre otras, con una nueva óptica para el repertorio tradicional y elencos que incluyen a las más importantes voces mexicanas de proyección internacional.
Integrantes
Marcelo Lombardero, director artístico
Director de escena, cantante y gestor cultural nacido en Argentina, se formó como barítono en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Su carrera en los escenarios lo llevó a Europa y América, donde interpretó roles en óperas como Rigoletto, Macbeth y Don Giovanni. Como gestor, Lombardero ha sido director artístico del Teatro Colón y del Teatro Argentino de La Plata, donde fundó el TACEC y el Ópera Studio, promoviendo la ópera itinerante y el talento joven. También es cofundador de Ópera Latinoamericana (OLA) y creador del Teatro Musical Contemporáneo (TMC), espacios dedicados a la evolución y difusión de la ópera en el continente.
Su designación en la Compañía Nacional de Ópera de México marca un hito para la colaboración entre México y Argentina, apuntalando el compromiso de la Secretaría de Cultura de fortalecer los lazos artísticos con América Latina.
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